CERDITA

Impresionante debut de Carlota Pereda con una historia que mezcla el humor, la denuncia del bullying y de la discriminación a las personas gordas con el terror.

Cerdita es la opera prima de la directora Carlota Pereda, basada en su corto homónimo de 2018 por el ganó un premio Goya. Pereda, que también ha escrito el guion, ha realizado una mezcla explosiva de géneros que constituye a la vez un estudio del bullying y una celebración de la diferencia enmarcadas en una slasher movie con una ambientación poco habitual. Llena de imágenes potentes, poseedora de una estética propia, a ratos divertida y a ratos difícil ver, Cerdita es sin duda una de las películas del año.

La acción tiene lugar en un pequeño pueblo de Extremadura. Sara (Laura Galán) es una joven solitaria con exceso de peso que se aísla del mundo detrás de sus auriculares y ayuda a su padre (Julián Varcárcel) en su carnicería. Su madre (Carmen Machi), una mujer amarga y dominadora, rige la familia con una tiranía aceptada por todos. Muchos de los jóvenes del pueblo tratan fatal a Sara por su peso (Cerdita es su apodo), especialmente Maca (Claudia Salas). Pero a Sara casi le duele más que su antigua amiga Claudia (Irene Ferreiro) esté con sus torturadoras; callada, pero sin protestar. Una tarde Maca, Roci (Camille Aguilar) y Claudia la someten a una humillación cruel mientras está en la piscina, ahogándola y quitándole la ropa. Un forastero (Richard Holmes), lo observa discretamente. Sara tiene que irse a su casa con sólo el bikini y descalza; algunos coches en lugar de parar se ríen de ella. Sólo el extraño para su coche y le ofrece una toalla para cubrirse. Pero en el mismo coche ve a Claudia prisionera en la parte de atrás. Sara vuelve a casa y no dice nada. Pero el pueblo entra en alarma, se han encontrado cadáveres en la piscina -pero no los de la chicas secuestradas-; Sara sabe qué pasa, pero cuando le preguntan los vecinos y la Guardia Civil decide callarse lo que ha visto. A medida que aumenten las víctimas y se descubra que faltan las chicas, aumentará la presión sobre ella. Encima Sara está atacada por los remordimientos y medio fascinada por la atención sincera que le prodiga el asesino.

Al parecer Carlota Pereda usó algunas de sus experiencias como adolescente, en las que en ocasiones sufrió bullying y en otras fue testigo callado de los abusos, demasiado asustada como para intervenir, para escribir el guion de la película. Y el retrato que hace ello se siente tan real como doloroso, tanto en lo que sufre Sara como en lo calla Claudia, que parece básicamente una buena chica aplastada por el miedo y la presión de grupo. La película también trata con acierto y realismo la mofa y la discriminación que sufren las personas con sobrepeso. La historia muestra personas del pueblo que ignoran el abuso a Sara reconociendo que está realmente gorda, como si ella misma se hubiera buscado su acoso. En la creíble dinámica familiar de Sara además se relaciona en cierto modo la renta con la alimentación y el sobrepeso.

Todo esto está logrado desde el naturalismo; mostrando las cosas si atisbo de exposición. La primera parte de la película, más centrada en el bullying, está rodada en un tono a veces ligero, usando humor, que gira sin aviso al miedo de la víctima y la crueldad de la gente del pueblo. La segunda parte hace que el personaje de Sara, que ha ido acumulando miedo, remordimientos y que teme por su familia, toma la iniciativa y libera su rabia. El clímax de la película es muy satisfactorio y su final me parece redondo.

El reparto de la película es excelente, algo imprescindible para que el naturalismo del guion funcione. Carmen Machi está fantástica en su papel de madre feroz y amargada, que protege a su hija a toda costa, pero que no le muestra ni gota de simpatía. Pero la que aguanta la película es Laura Galán, totalmente creíble en su evolución de chica tímida y llena de ansiedad social a mujer feroz cubierta de sangre. Su Sara no es una persona perfecta, pero siempre es posible empatizar con ella y Galán logra transmitir mucho sólo con su expresión. Su expresión final, cuando ha tenido que enfrentarse a un complicado dilema moral tras pasar una experiencia traumática, me parece para enmarcar.

Visualmente Cerdita toma el rosa como color base, con una fotografía luminosa que recrea un pueblo con muchos de los tópicos de España; el calor, el campo, la guardia civil y el toro, pero sin ninguna idealización de los mismos. Desde el principio Pereda nos transmite inquietud intercalando imágenes del padre de Sara trinchando cerdos en su carnicería.

Cerdita me ha parecido una gran película; trata temas relevantes y es capaz de mezclarlos con el terror, su guion rebosa ideas, está muy bien rodada, tiene estilo visual propio y su reparto es perfecto. No se le puede pedir mucho más.

(c) 2021 Jordi Flotats