SPIDER-MAN: NO WAY HOME

La tercera entrega de Spider-Man rodada por Marvel es la mejor y la más ambiciosa hasta la fecha. Aprovechando la introducción del multiverso en esta etapa del MCU, la película liga todas las adaptaciones en imagen real del personaje de Sony.

Spider Man es quizás el personaje más célebre de todos los superhéroes de Marvel. Quizás por ser un joven normal con una vida ordinaria antes de adquirir sus poderes extraordinarios, quizás por su proberbial ingenio y verborrea, el público se identificó de inmediato con él. Por eso no es extraño que Sony Pictures comprara los derechos del personaje para el cine en 1999. Creó dos series; la dirigida por Sam Raimi y protagonizada por Tobey Maguire, con tres películas entre 2002 y 2007 y la dirigida por Marc Webb y protagonizada por Andrew Garfield con dos películas en 2012 y 2014. También produjo la película de animación Spider-Man: Into the Spider-verse en 2018. Cuando Marvel se convirtió en estudio y empezó a producir sus propias películas tuvo que negociar con Sony para que el personaje pudiera aparecer en ellas. Lo hizo por primera vez en 2016 en Captain America: Civil War interpretado por Tom Holland. Poco después se estrenaron Spider-Man: Homecoming y Spider-Man: Far from Home con el personaje como protagonista.

Las películas de Marvel volvieron a reiniciar al personaje, devolviéndolo al instituto y viviendo con su tía May (Marisa Tomei). Su mejor amigo Ned (Jacob Batalon) y su amiga e interés romántico Michelle (Zendaya) están en el centro de las tramas de las películas, así como Tony Stark (Robert Downey Jr), que ejerce como mentor de Peter en su faceta de superhéroe y Happy Hogan (Jon Favreau) su jefe de seguridad, enamorado sin remedio de May. Estas películas capturan muy bien el tono de los comics del personaje, y al margen de las tramas, hacen que evolucione. Spider-Man: Homecoming nos plateaba una historia de orígenes en el que el Peter Parker tiene que asimilar sus recién adquiridos poderes y decidir quienes están al tanto de su identidad secreta. Spider-Man: Far from Home es una historia de transición en la que Peter tiene que asimilar la muerte de Tony Stark y empezar a tomar responsabilidad de sus acciones. Una toma de responsabilidad que cristalizará en la última entrega, Spider-Man: No Way Home. La película, la más ambiciosa y atrevida del personaje hasta el momento -con excepción de Spider-Man: Into the Spider-verse, de la que toma la idea principal-, hará crecer de golpe al personaje.

La historia arranca justo donde finaliza la anterior entrega: con la identidad de Spider-Man revelada a todo mundo por Mysterio, el villano que acabó muriendo en la batalla con Parker al final de la cinta. El periodista sensacionalista J. Jonah Jameson (J.K. Simmons), que siempre ha odiado a Spider-Man, se recrea en su revelación. Esta revelación cambia por completo la vida de Peter y de sus amigos, que ven como todo el mundo los trata de forma distinta, acaparan continuamente la atención de los medios y ven como las universidades a las que habían aplicado les rechazan. Por todo esto Peter visita al Dr. Strange (Benedict Cumberbatch) y le pide algo que sólo él puede realizar: un hechizo que haga que todo el mundo olvide quién es Spider-Man. Con reluctancia, Strange accede, pero cuando ya ha empezado, Peter se da cuenta que no quiere que todo el mundo se olvide y le empieza a pedir excepciones. Esto hace que el hechizo falle y acabe convocando a todos los que conocen la identidad de Spider-Man de todas las dimensiones paralelas.

Los que aparecen al principio son villanos, desconocidos en esta dimensión pero enemigos de Spider-Man en otras -digamos las dimensiones "Sony"-; el Dr. Octopus (Alfred Molina), el Duende Verde (Willen Dafoe), Electro (Jamie Foxx), Sandman (Thomas Haden Church) y Lizard (Rhys Ifans). Strange se da cuenta de lo que ha pasado y encomienda a Peter la captura de lo villanos. Una vez capturados planea devolverlos a sus dimensiones nativas. Tras mucho esfuerzo los logran capturar, pero Peter vacila cuando se entera que todos ellos están a punto de morir en sus dimensiones. Por eso, y en contra de Strange, decide tratar de reclutarlos para investigar qué mutaciones o modificaciones puede hacer en ellos para hacer mejores sus vidas y en cierta forma rehabilitarlos. Naturalmente el plan no acabará de salir bien y la situación se volverá desesperada; tanto que Peter acabará recibiendo ayuda de dos versiones de si mismo que también acaban en esta dimensión (Tobey Maguire y Andrew Garfield).

Esta empatía de Peter con los villanos de las anteriores películas de Spider-Man, aunque inesperada, me pareció interesante. Muestra el peaje mental que está pagando por la muerte de Mysterio en la anterior entrega y la responsabilidad que tiene manejar debido a sus poderes.

Por otro lado, el buen guion de Chris McKenna y Erik Sommers saca partido de un reparto tremendo: cuando Willem Dafoe, Alfred Molina y Jamie Foxx comparten escena el nivel es altísimo. Sus personajes, a veces desaprovechados en sus películas, toman una dimensión mucho más humana cuando se tienen que enfrentar a su posible redención.

Siguiendo con la evolución del personaje, en Spider-Man: No Way Home hay menos comedia adolescente -aunque algún elemento queda- y la acción se va repartiendo en la trama hasta llegar a un final más emocional que épico. Peter Parker se ve obligado a crecer, a tomar decisiones difíciles y a enfrentarse con la pérdida y con la rabia que le provoca la injusticia que está viviendo. Esta evolución permite demostrar a Tom Holland que posee más rango interpretativo del que había demostrado en las dos primeras entregas.

La aparición de los dos Spider-Man alternativos enlaza de una forma muy buena las diferentes versiones del personaje y permite confrontar la versión madura, la adulta y la joven de Peter Parker. La idea, puesta en bandeja por el interés por el multiverso en las últimas series y películas de Marvel, permite un cierre que acaba potenciando a todas las películas anteriores. También demuestra que, sobretodo en el caso de Andrew Garfield, los actores elegidos para Spider-Man eran los correctos si disponían de un buen guion.

Jon Watts dirige con brío una película que sabe alternar las grandes escenas de acción repletas de efectos especiales -una película Marvel sería impensable sin ellas-, con momentos de comedia centradas en las vivencias de los jóvenes protagonista con momentos más dramáticos.

Spider-Man: No Way Home es una buena película, dentro de las mejores que ha ofrecido Marvel, y en mi opinión es la mejor que se ha hecho de Spider-Man con permiso de Spider-Man: Into the Spider-verse. Aparte de su calidad, es la primera película que ha logrado atraer al público a las salas en cifras similares o superiores a las de antes de la pandemia, lo que siempre es buena noticia.

(c) 2021 Jordi Flotats