Crónica del Jueves 11/10/2018

Crónica de 8o día del Festival. Películas: Await for Further Instructions, Aniara y A Rough Draft




Hoy Sitges ha vivido una jornada intensa con cuatro entregas de premios. El principal invitado ha sido el director australiano Peter Weir, que ha asistido junto al actor Ed Harris a la proyección de El Show de Truman, una de sus películas más destacadas. Weir, director de películas tan destacables como Único Testigo o Master and Commander, ha comentado que no recibió una educación formal, aprendió primero viendo y luego haciendo cine. Recordó a su amigo Robin Williams, del que comentó que “era un hombre especial, un amigo al que perdí mientras viajaba en avión a Sitges, en 2014”. El director ha recibido el Gran Premi Honorífic de manos de Ángel Sala, el director del Festival, en un acto celebrado en el Auditori Meliá antes del pase de la película Overlord.

El Festival ha acogido la ceremonia de entrega de los premios Méliès de oro. Climax, la nueva cinta del argentino Gaspar Noé, ha sido la elegida en la categoría de largometraje, mientras que Clanker Man, de Ben Steiner, se ha llevado el premio al mejor cortometraje. A ambos galardones se les suma este año la categoría Méliès de oro a la trayectoria, que ha recibido el director Álex de la Iglesia por su aportación al género fantástico. La ceremonia se ha realizado antes del pase de la producción española El Año de la Plaga, la adaptación de la novela homónima de Marc Pastor dirigida por Carlos Martín Ferrera.

La Discovery I de Sitges 2018 ha vivido hoy uno de sus días más especiales. Una jornada en la que ha desfilado por sus calles el nuevo talento del cine fantástico, concentrado en la Blood Red Carpet, y se han presentado dentro de Coming Soon, los proyectos de género que próximamente se harán realidad. Ha sido también el día de la esperada fiesta Mistinguett en uno de los edificios más exclusivos de Sitges. Avanzada la medianoche la actriz, cantante, modelo, escritora, productora y directora, Traci Lords, que ha trabajado a las órdenes de directores como John Waters y que ha cimentado una carrera en el género fantástico con títulos como Blade o la serie The Tommyknockers, recibirá el Premi María Honorífica, en el que significa el cierre de un jueves para recordar.

Empiezo otra vez el día tempranísimo viendo a las 8:15 en el Retiro la película británica Await Further Instructions, de Johnny Kevorkian. La película es una mezcla de terror y ciencia-ficción muy imaginativa y presupuesto limitado. Toda la acción transcurre en una casa donde una familia celebra su cena de Navidad. Después de un tiempo sin visitarlos, Nick (Sam Gittins) regresa a la casa de sus padres con su novia de origen indio Annji (Neerja Naik). Nick lleva años distanciado de su padre Tony (Grant Masters). Sus padres viven con su abuelo (David Bradley), un hombre amargado y cruel que tiene a su hijo amedrentado. También están la hermana embarazada de Nick, Kate (Holly Weston) con su marido Scott (Kris Saddler), un entusiasta del culturismo con más bien poca personalidad. Las discusiones aplazadas durante años entre padre e hijo surgirán con fuerza; su padre, bajo una cobertura de dureza y disciplina, es un hombre débil subyugado por su propio padre. El hecho que a su familia le cueste disimular su racismo ante su novia de origen indio empeora aún más la situación. Aunque las cosas no se pondrán realmente feas hasta la mañana de Navidad. Cuando se levantan, ven que todas las puertas y ventanas de la casa están cubiertas por una sustancia negra muy dura, impidiendo la salida. Además sus teléfonos no funcionan; su única comunicación con el mundo son unos enigmáticos mensajes en el televisor que les van dando instrucciones. No se sabe quien escribe los mensajes, ni si son de fiar.

Await Further Instructions juega con las tensiones en la familia y las exhacerba al máximo a medida que el encierro se prolonga. Todos se vuelven unos contra otros y se van formando bandos, con la pobre madre, un personaje patético, intentando contemporizar con todo el mundo. Los enfrentamentos suben de nivel a medida que empiezan a discutir si hay que obedecer o no los mensajes de la TV. En este punto la película enfrenta a quien es partidario del orden establecido y está dispuesto a obedecer ciegamente las órdenes sin cuestionarlas y quien se plantea su validez antes de hacerlo. Tras escenas de mucha tensión y considerable violencia, la película ofrece una explicación al fenómeno que la conecta directamente a la Dimensión Desconocida y que no me terminó de convencer. Pero final aparte, la película es muy correcta, bastante imaginativa y muy entretenida.

Sin pausas, me voy al Casino Prado para ver la película sueca de ciencia-ficción Aniara, de Pella Kågerman y Hugo Lilja. La película, una adaptación libre del poema épico de ciencia-ficción escrito por Harry Martinson en 1956, es una propuesta ambiciosa de ciencia-ficción contemplativa. En una Tierra que se está volviendo inhabitable, llena de desastres naturales, la población se está trasladando a Marte, que está en pleno proceso de terraformación. El viaje hasta allí se hace en grandes naves, que ofrecen las comodidades y los servicios de un crucero; tiendas, restaurantes, centros de entretenimiento e incluso la posibilidad de interactuar con Mima, una inteligencia artificial que realiza una conexión mental con sus usuarios y les ofrece experiencias de inmersión en la naturaleza. Este tipo de inteligencias se desarrollaron para poder tratar el estrés causado por pasar mucho tiempo en entornos artificiales cerrados. El viaje tiene que durar tres semanas, pero un accidente hace perder el rumbo a la nave y la fuerza a expulsar todo su combustible, quedando fijado un rumbo a ninguna parte sin posibilidad de maniobrar. A priori pueden aguantar muchísimo tiempo; producen su propia comida (aunque no muy sabrosa), su oxigeno y la energía suficiente como para tener los sistemas básicos funcionando. Pero el aspecto psicológico es muy determinante.

El capítulo está dividido en capítulos, cada uno especificando el periodo de tiempo desde el accidente. Los lapsos pasan de horas a semanas, de meses a años. En todo ese tiempo, más que intentar sobrevivir al accidente, el objetivo es sobrevivir a sus efectos. La película explora los diferentes efectos del confinamiento y la desesperanza de la gente al verse abocada a un encierro sin fin, a un viaje sin destino. El espacio que se ve desde los miradores de la nave es frío, vasto y sólo sirve de recordatorio del destino que espera a los habitantes -ya no pasajeros- de la nave. A medida que pasa el tiempo aumentan los suicidios, nacen cultos y muchos se abandonan. Aunque sólo se muestran las vidas de Mr e Isagel, finalmente pareja y la de algunos personajes secundarios, como el capitán de la nave y la compañera de habitación de Mr al inicio del viaje, una astrofísica que se da a la bebida. Precisamente es esa falta de personajes lo que lastra un poco la película, muy grande en ideas, pero un poco corta a la hora de encarnarlas en personajes con los que se pueda empatizar. De todas maneras creo que es una película interesante, bien realizada, arriesgada y de un tipo de ciencia-ficción muy diferente a la que se suele realizar.

Termino mi día por la tarde en el Retiro para ver la película rusa A Rough Draft, de Sergey Mokritskiy. La película adapta una novela de Sergei Lukianenko, autor también de las novelas en las que se basaron Night Watch y Day Watch, dos éxitos de la ciencia-ficción rusa reciente. El protagonista de la película es Kirill (Nikita Volkov), un diseñador de videojuegos estelar muy reconocido en la industria. Pero cuando todo le parece ir mejor, empieza a parecer que su presencia en el mundo está desapareciendo. En su piso vive otra persona, que tiene todos los papeles en regla; los vecinos pasan de reconocerlo a no recordarlo. Peor, sus compañeros de trabajo y su propia familia parecen estar olvidándolo. Una mañana un edificio parece crecer literalmente ante sus ojos. Ese edificio, una torre, será su nuevo lugar de trabajo; será un oficial de aduanas entre diferentes realidades. En la torre es capaz de crear puertas que conectan unas con otras y que permiten el paso de personas. Su capacidad para crear mundos virtuales será puesta a disposición de esta difusa organización, puesto que también es capaz de abrir puertas nuevas a realidades no descubiertas. Su propio cuerpo es sustituido por otro sintético con grandes capacidades. Pero a pesar de todo lo que quiere Kirill es recuperar su vida anterior; especialmente a su novia, que continúa existiendo en diversas realidades y en ninguna es capaz de recordarlo. Además se verá expuesto a las pugnas que hay entre diferentes facciones y realidades.

Visualmente la película me pareció imaginativa. La fotografía y los efectos especiales son muy buenos. Algunas de las realidades son fantásticas; como la que se usa como mezcla entre gulag y pesadilla comunista o la realidad que usa los errores que se cometen en la nuestra para evitarlos. También tiene detalles extraños, pero que me gustaron, como las matrioskas-robot asesinas. Pero por desgracia todo eso no sirve para compensar un guion en mi opinión desastroso. ras un inicio prometedor, se empiezan a introducir personajes sin molestarse en explicar quién son, qué pintan allí o cuales podrían ser las motivaciones detrás de sus acciones. La historia visita diferentes realidades sin aparente ton ni son; algunas sólo parecen para el disfrute del protagonista, otras tienen oscuras relaciones con las demás y planes propios. No he leído el libro en el que se basa la película, pero sí otras novelas de Sergei Lukianenko y me parece un buen escritor, capaz de hilvanar una historia imaginativa pero coherente. Sospecho que todo el demérito se debe a la adaptación. No la recomiendo.

(c) 2018 Jordi Flotats

Guardado en el menú Festival de Sitges 2018
Subido por Jordi Flotats con fecha 22/10/2018 12:55:55