Crónica del Viernes 14/10/2016

8o día del Festival. Películas vistas: Operation Avalanche, Three y Headshot





Hoy ha visitado Sitges uno de los grandes exponentes del cine de acción de los ochenta, Dolph Lundgren. Estuvo por primera vez en el Festival en 1992 para presentar Soldado Universal y ahora vuelve para recibir el premio Màquina del Temps y para presentar Don't Kill It, una película de Mike Mendez (Big Ass Spider) donde da vida a un curtido cazador de demonios.

También han estado en el pueblo muchos de los protagonistas de Que Dios nos perdone; su director Rodrigo Sorogoyen, los actores Antonio de la Torre, Roberto Álamo y Javier Pereira y los productores Gerardo Herrero y Marieta Besuievsly. La película se proyecta en una sesión especial dentro de la Sección Oficial del Festival. Al parecer para realizar este thriller se documentaron mucho sobre los procedimientos policiales para dar realismo a la narración. Pero han declinado dar demasiados detalles sobre su trama para no revelar ningún spoiler.

Hoy se han celebrado dos masterclass muy interesantes. Por la mañana Christropher Walken ha deleitado al numeroso público que lo escuchaba en la carpa Noray del Hotel Melià Sitges con una lección de cine. Por la tarde la clase, celebrada en la sala Tramuntana, ha ido a cargo de Bruce Campbell.

Yo empiezo el día de películas viendo Operation Avalanche en el Auditori. Su director, Matt Johnson, ya presentó su primer trabajo, The Dirties en la edición de 2013 del Festival. The Dirties es una película rodada con medios más que mínimos que trata sobre las matanzas en los institutos norteamericanos ofreciendo una perspectiva imaginativa. En su segunda película cambia completamente de tema; se ocupa de una de las teorías de la conspiración más populares, la que afirma que el hombre no llegó jamás a la Luna.

Los protagonistas de la película son tres jóvenes graduados en universidades de la prestigiosa Ivy League (interpretados por Matt Johnson, Owen Williams y Josh Boles) que trabajan para la CIA. La agencia sospecha que dentro del programa espacial norteamericano hay un topo que filtra información a los rusos y les manda a ellos para que lo descubran. Deciden hacerse pasar por un equipo que grabará un documental sobre la gesta espacial para poderse infiltrar en todos los ámbitos de la NASA en Houston. Pero una vez allí descubren algo aún más preocupante: el programa espacial del Apollo 11 está encallado porque el módulo lunar no funciona; pueden llegar hasta la Luna, pero no pueden bajar. Entonces a uno de ellos se le ocurre que podrían intentar rodar la parte del alunizaje en un plató para así sacar al país del atolladero.

La película se narra a través de los videos que graban los agentes en todo momento para documentar sus acciones y cubrirse las espaldas, lo que disimula en parte la falta de medios que disponían para rodarla. No deja de resultar irónico que los cineastas hayan rodado en algunas instalaciones reales de la NASA haciéndose pasar por documentalistas de la misma forma que los personajes protagonistas de la historia. La narración es ágil y está salpicada de un sentido del humor muy bienvenido, se ve bien y entretiene. Pero también son evidentes algunas carencias: el vestuario y los escenarios no son fabulosos; el trabajo actoral deja bastante que desear en algunos casos; el desarrollo de la historia es a veces un poco inconexo y en algunos puntos tuve la sensación de ver un trabajo casi amateur. Aunque no sea una película redonda, Operation Avalanche entretiene y supone una evolución positiva para su director respecto a su anterior trabajo tanto en términos de ambición como formales.

A continuación voy a ver la última película de Johnnie To, Three. Desde que descubrí a este director hace años en el Festival de Sitges he sido un gran admirador de su trabajo, especialmente de sus thrillers; entre mediados de la década de 1990 y finales de la primera década de 2000 no dirigió ninguno malo. Con películas como Running out of time, The Mission o Election demostró un enorme dominio del ritmo narrativo, una gran capacidad para crear tensión y un gran dominio de la acción. También que no son necesarios muchos millones de dólares para crear buenas películas que no desmerezcan para nada las grandes superproducciones. Pero en los últimos años, aunque paradójicamente le ha llegado el reconocimiento de Occidente, parece pasar por un cierto bache creativo. Blind Detective (2013), realizada junto a sus colaboradores habituales, parece una mala copia de su cine; tiene un argumento absurdo, malas interpretaciones de buenos actores y total falta de tensión narrativa. Por desgracia, con Three parece mantener esta mala racha.

El título de la película hace referencia a los tres protagonistas principales de la película. El film arranca presentando a la primera, Dong (Zhao Wei), una neurocirujana que atraviesa una crisis de confianza profesional; se siente discriminada por ser nacida en la China continental y por su sexo, lo que la lleva a trabajar en exceso, con demasiada agresividad y a cometer errores. Después de uno de esos errores ingresa en su planta un nuevo paciente, Shun (Wallace Chung), con una bala alojada en la cabeza. El paciente, aún consciente, es el líder de una banda criminal estrechamente vigilado por el inspector Ken Chan (Louis Koo) y su equipo. La doctora determina que debe ser operado de inmediato, pero el paciente se niega; no lo permitirá hasta que se le permita realizar una llamada. El policía insiste en que se le opere de cualquier modo, pero la doctora se niega; el paciente deberá consentir la operación, al menos mientras esté consciente. La tensión se mantiene con este juego de voluntades mientras se van aclarando las circunstancias que lo rodean. Aparentemente uno de los subordinados de Chan disparó por error a uno de los de Shun y ahora están planeando silenciarlo para proteger a su compañero.

La película va construyendo la tensión a medida que se van revelando los elementos de la historia y va quedando claro que los compañeros del delincuente intentarán rescatarlo y los policías los estarán esperando para acabar de hacer caer a la banda. Hasta aquí esto sería un planteamiento ganador de una buena película de Johnnie To; pero en el caso de Three la mezcla no funciona. Por un lado la escena final, un delirio de cámaras lentas y efectos digitales baratos, no tiene tensión ni espectacularidad y desde luego está muy traída por los pelos. Por otro la trama está lastrada por una multitud de personajes secundarios que distraen del argumento y aportan un tono desigual a la película. A veces son excesivamente dramáticos, como la trama del paciente paralizado de cintura para abajo que culpa a la doctora de sus males, resuelta de forma francamente tonta al final; a veces aportan un humor muy basto y ramplón como el paciente que sólo piensa en comer. Todo esto no ayuda a un argumento confuso y no demasiado lógico con una conclusión decepcionante. Una lástima, una vez más la película parece una mala copia del mejor cine de To.

Termino mi día de cine en la sala Tramuntana viendo Headshot, una película indonesia de Timo Tjahjanto y Kimo Stamboel (los Mo Brothers). Hasta ahora los directores se han dedicado al género de terror con películas como Macabre o Killers; Tjahjanto también ha colaborado en los omnibús The ABCs of Death y V/H/S/2. Con Headshot cambian de género y juntan esfuerzos con Iko Uwais, que saltó a la fama con The Raid, una de las películas de acción y artes marciales más espectaculares de los últimos años y que incluso tuvo un pequeño papel en Star Wars: El despertar de la Fuerza.

Un hombre (Iko Uwais) es recogido con una herida en la cabeza en una playa y trasladado a un pequeño hospital cercano. Allí se pasa dos meses en coma bajo la mirada atenta de Ailin (Chelsea Islan), una joven doctora que está completando su residencia en el hospital de provincia. Tras despertar no recuerda nada de su pasado ni de lo que lo llevó a esa playa; Ailin decide bautizarlo Ismael, como el personaje de Moby Dick, la novela que le ha estado leyendo. Tras despertar Ismael mejora a pesar de tener momentos de ansiedad y pertubadores flashes de memoria. Todo se precipita un día que en un maleante local irrumpe en el hospital buscando a un tal Abdi y amenaza a Ailin; Ismael reacciona con violencia extrema para protegerla, demostrando un dominio poco común de la lucha. Días más tarde, cuando Ailin se traslada de nuevo a la ciudad en bus es secuestrada por un grupo muy violento que busca con ello atraer a Ismael. Este se deberá enfrentar a ellos en un duelo a muerte, recordando poco a poco las claves de su oscuro pasado que le relacionan con ellos.

Headshot no engaña; es una película de acción y artes marciales sin pretensiones de nada más, pero es excelente en estos términos. No hay duda que argumentalmente la cinta es bastante pobre y que los actores no son demasiado buenos, pero es innegable que los directores han sabido dar un ritmo excelente a la narración. Pasada la introducción, la película tiene un ritmo trepidante, dosificando perfectamente las escenas de acción, la parte realmente importante de la cinta. Y es que la acción es tan acrobática como brutal; las escenas coreografiadas por el propio Uwais retratan auténticas cascadas de golpes ejecutados de forma que parecen buscar más la efectividad que la plasticidad. Cualquier objeto es usado como arma y no hay parte del cuerpo que quede libre de violencia. Tanto Uwais como el resto de los especialistas realizan un trabajo magnífico, realzado por la fotografía de Yunus Pasolang, que rueda muchas tomas con Steadycam, con la cámara muy cerca de la acción, pero siempre mostrando con claridad lo que retrata. Me lo pasé de miedo.

(c) 2016 Jordi Flotats

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Subido por Jordi Flotats con fecha 06/07/2017 10:18:56