Crónica del Jueves 13/10/2016

7o día del Festival. Películas: Swiss Army Man, Hardcore Henry, I am not a serial killer





Hoy ha llegado a Sitges el legendario actor Christopher Walken, una presencia clave en películas tan relevantes como El cazador o Pulp Fiction y una de las miradas más inquietantes de la historia del cine. Walken recibirá el Gran Premio Honorífico del Festival el próximo sábado e impartirá una clase magistral mañana. Walken ha declarado que, a pesar de requerir mucho trabajo y aprendizaje, la profesión de actor tiene una parte instintiva que no puede ser enseñada.

Mario Casas ha recibido el premio Bacardí Sitges a l’Esperit Indomable. Se trata de un reconocimiento a la trayectoria del joven actor hasta el momento. protagonista de películas de género como Las brujas de Zugarramurdi o El bar, ambas de Álex de la Iglesia. También relacionada con el director vasco, la gran actriz Terele Pávez ha recibido el premio Nosferatu del Festival. Poseedora de una trayectoria marcada por los papeles dramáticos como Los santos inocentes, la actriz estaba pasando por una etapa de poco trabajo cuando de la Iglesia la llamó para realizar un papel memorable en El día de la bestia. Desde ese papel, la actriz relanzó su carrera y demostró tan buena sintonía con el director que ha participado en casi todas sus películas posteriores (La comunidad, 800 balas, Balada triste de trompeta, Las brujas de Zugarramurdi, Mi gran noche o El bar). La actriz se ha mostrado muy agradecida por el premio y por el gran recibimiento del público en Sitges.

Yo empiezo el día al mediodía viendo Swiss Army Man en el Auditori. La película está firmada como Daniels por los directores Dan Kwan y Daniel Scheinert, autores también del guión. La película es de esas propuestas marcianas que aparecen de tanto en tanto, de las que no temen arriesgar en su planteamiento para resultar originales. Si aciertan, el resultado suele ser muy bueno, pero si fallan la cosa acaba en desastre. En este caso en mi opinión han acertado plenamente con una película imaginativa y terriblemente creativa en su planteamiento visual y formal que además resulta divertida y accesible en su argumento.

El protagonista de la película es Hank (Paul Dano), un náufrago sin esperanzas de ser rescatado que está a punto de suicidarse en la playa. Cuando ya está con la cuerda al cuello, ve como un cuerpo (Daniel Radcliffe) es arrastrado por las olas hasta la orilla. La esperanza de tener un compañero que alivie su soledad se ve truncada cuando ve que lo que ha arrastrado la corriente es un cadáver. Pero pronto verá que no es un cadáver normal; tiene algunas utilidades ciertamente peculiares que no sólo le permiten sobrevivir sino alimentar la esperanza de volver a llegar a la civilización. Con el tiempo parece ir cobrando conciencia e incluso la capacidad de comunicarse con Hank, que lo bautiza como Manny. Poco a poco Hank y Manny desarrollan una extraña amistad; las inocentes preguntas de Manny ponen de manifiesto la soledad y el aislamiento que han marcado la vida de Hank desde siempre y en cierta forma lo ayudan a pensar en superarlas.

Swiss Army Man es extraña e inclasificable; combina elementos de comedia, tragedia, fantasía, buddy movie, historia de amor y de amistad. Para que esta mezcla funcione el film impone su propio mundo con sus propias reglas. Si el espectador entra en este mundo que se le propone, la película lo recompensa con creces; usando grandes dosis de imaginación y combinando fantásticamente música, actuación, fotografía y efectos visuales, los directores crean una atmósfera única. Algunas escenas rebosan romanticismo, como la reconstrucción de un viaje en autobús urbano usando sólo elementos de la selva; otras, están llenas de energía como la navegación de Hank usando a Manny. El humor de la película también es peculiar; a veces escatológico, a veces mucho más sutil, pero desprovisto de mala idea. Bajo la extrañeza está la historia de un personaje patético; un solitario, un ser aislado de los demás en gran parte por su propio miedo a dar un paso que lo acerque a ellos. Sin duda una de las películas de 2016.

Por la tarde vuelvo al Auditori para ver Hardcore Henry, del ruso Ilya Naishuller. Naishuller es también el cantante del grupo de punk Biting Elbows y director de los videoclips que les hicieron populares, rodados como largas escenas de acción con cámara subjetiva como sacados de un videojuego. Ahora debuta como director con una película enteramente rodada usando ese estilo, creando un espectacular delirio de acción de hora y media cuyos referentes temáticos podrían encontrarse en películas como Crank.

El protagonista de la película es un supersoldado sin voz con un cuerpo biónico, que despierta sin memoria cuando es reanimado por la que afirma ser su esposa. Al poco, ella es secuestrada por un malvado magnate con poderes telequinéticos, que quiere acabar con él. Logra huir por los pelos y se encuentra en medio de Moscú. Para recuperar a su esposa contará con la ayuda de Jimmy (Sharlto Copley), un extraño personaje que va apareciendo, cada vez disfrazado de algo diferente y que parece ser imposible de matar. Este tenue argumento, lleno de una misantropía y rabia muy rusa y/o muy punk, sirve como excusa para un conjunto de escenas de acción ultraviolentas, empalmadas una tras otra, que constituyen como poco el 90% del metraje del film. Dicho esto, algunas de las secuencias son ciertamente espectaculares y me entretuvo en su mayor parte, pero en conjunto me pareció más una experiencia que una película, algo que está bien ver una vez, pero que puede ser cuyo formato puede ser cargante si su uso se extiende.

Termino el día viendo en el Retiro I am not a serial killer. La película adapta la novela homónima del escritor norteamericano de ciencia-ficción Dan Wells. El protagonista de la película es John Wayne Cleaver (Max Records), un joven adolescente que vive en una pequeña ciudad que está convencido que puede llegar a ser un asesino en serie; incluso su terapeuta reconoce que muestra muchos de los signos que predicen futura violencia psicopática, pero hasta el momento no ha hecho daño a nadie. El hecho de ayudar a su madre y su tía a preparar los cadáveres en el negocio mortuorio familiar tampoco contribuye a su paz mental. Tiene pocas relaciones fuera de su familia aparte de sus vecinos, los Crowley, una pareja de encantadores ancianos (Christopher Lloyd y Dee Noah). Tampoco lo hacen una serie de misteriosas muertes que se están produciendo en la ciudad en las últimas semanas; los cadáveres aparecen con grandes signos de violencia, como si los hubiera atacado un animal y a todos les faltan órganos y tienen restos de una extraña sustancia negra. Esas muertes impulsan a John a plantearse su propia naturaleza, pero su atracción hace que empiece a investigarlas.

I am not a serial killer es una película de ritmo pausado, que administra cuidadosamente tanto la violencia como sus giros hacia lo sobrenatural. Las circunstancias vitales de su protagonista, su miedo a convertirse en un monstruo, su aislamiento tienen tanto peso en la trama como las extrañas muertes. De forma lenta pero segura, la película acaba juntándolas de forma satisfactoria pero no especialmente sorpresiva. En realidad los diferentes elementos del argumento no me parecieron particularmente originales; en mi opinión los puntos fuertes de la película son cómo los trata y su atmósfera. El guión de Billy O'Brien y Christopher Hyde crea muy bien a los personajes y dibuja unas relaciones familiares creíbles. También insufla pequeñas dosis de humor muy bienvenidas que le restan dramatismo cuando éste puede resultar excesivo, pero sin restar empatía por los personajes. La dirección de O’Brien da a la cinta una atmósfera pesada y ominosa que refleja a la perfección el tedio de una ciudad de provincias y la amenaza latente que habita en ella.

(c) 2016 Jordi Flotats

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Subido por Jordi Flotats con fecha 13/05/2017 13:43:35