Crónica del Martes 11/10/2016

5o día. Películas: Museum, If Cats Disappeared from the World y In a Valley of Violence





Paul Schrader, legendario guionista y director ha recibido hoy el premio Màquina del Temps por su trayectoria. Schrader ha comentado afablemente con la prensa su interés por buscar nuevos retos y por no hacer siempre lo mismo. Precisamente ha criticado esa falta de originalidad en el cine actual, en general demasiado genérico para su gusto. No hay duda de eso viendo Dog Eat Dog, su último trabajo, presentado en esta edición del Festival. A pesar de tener sus problemas, la película es sorprendentemente fresca y gamberra teniendo en cuenta lo veterano que es su creador.

El realizador italiano de culto Ruggiero Deodato también ha estado en Sitges para recibir el premio Maria Honorífica a toda una vida dedicada al cine de terror. El realizador, de ochenta años de edad, ha dirigido películas como Holocausto Caníbal o Bestia Asesina. Aún en activo, presentará Ballad in Blood, su último trabajo en el Festival.

Hoy el equipo de la producción hispano-estadounidense Pet ha protagonizado un Red Carpet en el Festival. El director Carles Torrens y los actores Dominic Monaghan y Ksenia Solo han saludado al público entusiasta. La película, en la sección Oficial, es una historia que mezcla thriller y terror que plantea hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar para la persona a la que amamos.

Por tercera vez el Festival ha acogido la entrega del premio literario Minotauro, dedicado a la novela fantástica en castellano. El premio ha sido entregado a la novela Los últimos años de la magia, escrita per José Antonio Fideu.

Yo empiezo el día yendo a ver la película japonesa Museum, de Keishi Ohtomo. La cinta adapta el manga escrito por Ryôsuke Tomoe, una mezcla de thriller y horror donde una investigación policial va descubriendo los horribles asesinatos de un asesino en serie en busca de venganza. El protagonista de la película es el detective de la policía de Tokyo Hisashi Sawamura (Shun Oguri), u tipo que vive completamente absorbido por su trabajo, hasta el punto que su esposa Haruka (Machiko Ono) lo dejó y se fue con su hija de cinco años por haberlas negligido demasiado. Su compañero Nishino (Shuhei Nomura) es aún muy novato, vomita cuando ve la primera víctima del asesino, una chica horriblemente mutilada tras haber sido atacada por perros enloquecidos por el hambre. Al lado de su cadáver, un cartel que reza "castigo de la comida de perro". Pronto un tipo que vive en casa de su madre adicto a los videojuegos y a la comida basura es atacado por el asesino, que viste una máscara de rana. Le quita una libra de carne (fuera de pantalla) y deja otro cartel, "castigo de dolor de madre". Pronto Sawamura conecta los dos asesinatos, que parecen producirse en días oscuros y lluviosos, con otro caso en el que una chica fue encontrada sumergida en resina transparente. Ambas víctimas fueron jurados del juicio de ese caso; y por desgracia la esposa de Samawura también lo fue. Por si no fuera suficiente, cuando Samawura intenta contactar con ella no lo logra. Cuando se descubre la implicación personal de Samawura en el caso, sus superiores lo retiran del mismo, pero lógicamente él no está dispuesto a renunciar a la búsqueda de su esposa. Empieza a investigar por su cuenta para intentar atrapar al asesino antes que la mate, en una carrera entre ambos y la propia policía, que continúa investigando el caso.

Museum es una película técnicamente bien acabada. Tiene una fotografía muy buena, que presenta un Tokyo mucho más gris y oscuro de lo habitual y una banda sonora que acompaña muy bien a la narración. La dirección de Othomo es correcta, especialmente en la parte central de la película, en mi opinión la mejor. El arranque de la historia me parece un poco demasiado parecido a Seven, su gran referente. En la parte central, donde el detective empieza a investigar por su cuenta, la cosa mejora; la película se siente menos genérica, tiene buen ritmo narrativo y mucho más interés. Un interés que decae por completo en el desenlace, en mi opinión lento y bastante absurdo. En conjunto la película no me terminó de convencer, me aburrí más de lo que me divertí viéndola.

A continuación entro al Casino Prado a ver otra película japonesa, If Cats Disappeared from the World, de Akira Nagai. La película adapta una novela del productor cinematográfico Genki Kamawura publicada por entregas a través de LINE, el programa de mensajería instantánea que se ha convertido en una de las redes sociales mayores de Japón. El protagonista de la película es un joven cartero, interpretado por Takeru Sano, que vive en una pequeña población costera. Un día le diagnostican un tumor cerebral inoperable que le conducirá a una muerte temprana. Ese mismo día, cuando llega a casa se encuentra con un doble suyo sentado en su sofá. El visitante se identifica como el demonio y le comunica que su muerte se producirá al día siguiente, a menos que lleguen a un acuerdo. Para cada cosa que permita que el demonio elimine del mundo, se le concederá un día más de vida. Asustado y triste, el cartero accede y sugiere que empiece eliminando el perejil, pero ahí está la trampa, no puede elegir la cosa a eliminar. El demonio le comunica que lo primero que desaparecerá son los teléfonos. Aprovecha el día siguiente para visitar a su ex-novia Tsutaya (Aoi Miyazaki), reconectar y recordar su relación. Se conocieron cuando ella lo llamó por error a su número. El día siguiente empieza sin teléfonos y sin que la gente recuerde siquiera que hayan existido. El cartero se da cuenta que en ese nuevo mundo él y Tsutaya no se han conocido. A partir de ahí, el demonio hace desaparecer cada día cosas que provocan que desaparezcan las conexiones entre el cartero y sus allegados.

La película es un melodrama que usa el elemento fantástico para contar la vida y las relaciones humanas de su protagonista, poniendo todo el foco en eso y olvidando la lógica narrativa de la historia. La película está rodada de forma correcta, con buena fotografía e interpretaciones y un ritmo pausado y melancólico. El problema que le encontré fue el absoluto exceso de dramatismo; la película usa y abusa de la lágrima fácil con diálogos blandos, sin una gota de desenfado (ya no hablemos de humor) y con una banda sonora tan llena de violines que es como apagar el fuego con gasolina. Dado que ese tipo de drama me disgusta, pasé la película entre aburrido y exasperado. Lástima, no debí elegirla.

Sin pausa, vuelvo a entrar al Casino Prado para ver la película estadounidense In a Valley of Violence, de Ti West. La película ha sido presentada por uno de sus productores, Peter Phok. Ti West ha realizado un aparente cambio de tercio con esta película, pasando del terror al western, pero en el fondo en ella se puede apreciar la construcción de tensión que desemboca en un final violento ya presente en The Sacrament, su anterior trabajo. La premisa de In a Valley of Violence es, en el fondo, la misma que tiene John Wick. El protagonista de la película es Paul (Ethan Hawke), un veterano del ejército con un oscuro pasado que se dirige hacia Mexico acompañado sólo por su fiel perro Abbie. De camino se encuentra con el pueblo de Denton, donde debe entrar para encontrar agua y comida. En el saloon se cruza con Gilly (James Ransome) y su banda, que lo provocan sin descanso hasta que deja fuera de combate al abusón de un solo puñetazo. En el hotel se encuentra con una admiradora, Mary-Anne (Taissa Farmiga), que no soporta a Gilly a pesar que se casará con su hermana. Pero poco después lo visita el marshall del pueblo (John Travolta), el padre de Gilly. El marshall evalúa a Paul y decide que significa problemas, así que pacta con él que se vaya pacíficamente y no vuelva. Paul accede sin dudar a estas condiciones y se va. Por la noche, tras recorrer unas cuantas millas, acampa en el desierto. Allí es atacado por Gilly y sus secuaces, que matan a su perro y a él lo tiran por un barranco, dándolo por muerto. Pero claro, no está muerto y su perro era su última conexión afectiva con el mundo. Por eso vuelve al pueblo en busca de venganza.

In a Valley of Violence homenajea a los westerns, más al spaghetti western que a los clásicos, ofreciendo los elementos tradicionales; el misterioso forastero, el duelo en el saloon, el hijo malcriado del amo del pueblo con su pandilla de matones y el duelo final. El guión de Ti West juega con inteligencia con estos elementos, introduciendo un humor a veces muy negro que introduce una sutil parodia en los tópicos del género sin dejar de homenajearlo. El reparto es excepcional; Ethan Hawke es un gran actor que logra sin problemas parecer duro e inexpresivo a ratos, humano y vulnerable en otro momento y cansado de tanta violencia al siguiente. John Travolta también realiza un trabajo excelente, aportando humor y carisma a un villano pragmático y nada histriónico. La dirección de West es muy buena construyendo la tensión que desemboca en un satisfactorio clímax final.

(c) 2016 Jordi Flotats

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Subido por Jordi Flotats con fecha 27/12/2016 07:07:36