13 ASSASSINS

Cine clásico de samurais de la mano de uno de los enfants terribles del cine japonés

Takashi Miike es un director que parece empeñado en sorprender a los aficionados a su cine; su ritmo de trabajo es frenético (autor de 83 trabajos en menos de 20 años), en los últimos tiempos se ha calmado y realiza "sólo" dos trabajos por año, con la variedad a la que nos tiene acostumbrados. En su cine se puede encontrar de todo: yakuzas, terror, ultraviolencia, producciones juveniles, musicales y mucho más, aunque manteniendo siempre sus particulares marcas de fábrica; su sentido del humor retorcido que a veces llega a reirse del espectador mismo; su mirada iconoclasta o su apresuramiento al rodar, a veces evidente, lo que hace difícil encontrar una película suya completamente redonda. Con su último trabajo, 13 Assassins Miike intenta algo nuevo para él, una película seria, de corte clásico y realizada con gran atención al detalle.

13 Assassins es el remake de la película de 1963 de Eiichi Kudo. La acción tiene lugar en los últimos tiempos del Japón feudal, donde la paz se ve amenazada por el señor Naritsugu (Gorô Inagaki). Naritsugu es el hermano del Shogun y su ascenso en la jerarquía va emparejado a su crueldad; su impunidad le permite asesinar y deshonrar a voluntad, tanto a campesinos como a nobles. Perturbado por los hechos y preocupado por los que pueda traer el futuro, Doi, el primer ministro del Shogun, ordena en secreto su asesinato. La orden es dada al prestigioso samurai Shinzaemon Shimada (Kôji Yakusho), que acepta y reúne a un grupo de doce hombres para llevar a cabo la misión. Pero Naritsugu está protegido por otro prestigioso samurai, Hanbei Kitou (Masachika Ichimura), antiguo compañero de Shinzaemon, hecho que dificultará mucho la tarea.

13 Assassins tiene tres partes claramente diferenciadas; en la primera se presentan el contexto histórico y los principales personajes; con un ritmo de película muy lento, con más imagen que diálogos, se muestra la crueldad impune de Naritsugu, y cómo acaba provocando la intriga que para acabar con su vida. En la segunda parte, una vez asignada la misión a Shinzaemon, vemos cómo la prepara, seleccionando un grupo de samurais escogidos personalmente tanto por su capacidad como por su lealtad; el grupo incluye a su propio sobrino Shinrokuro (Takayuki Yamada), jugador y mujeriego, especialistas en distintas armas e incluso un montañés (Yusuke Iseya) que desdeña a los samarias que les guía por los atajos de la montaña. Esta parte nos muestra brevemente a cada personaje, con trazos bastante gruesos pero suficientes como para que el espectador los conozca. El plan de Shinzaemon es emboscar al convoy de Naritsugu y su guardia en una aldea, llenándola de trampas para poder tener ventaja. En la parte final se libra el combate decisivo entre los 13 asesinos y un pequeño ejército liderado por Hanbei, una lucha espectacular de casi 45 minutos que constituye un tremendo clímax para la película.

Como he dicho al principio, 13 Assassins es una película de estructura clásica, remitiendo directamente a títulos como Los Siete Samurais de Akira Kurosawa por su argumento y estructura, aunque no tanto en mensaje de fondo. La película se ambienta en una época de decadencia del samurai, un largo periodo de paz que ha provocado que la clase guerrera ejerciera todos sus privilegios sin tener que cumplir con sus obligaciones; Japón está a punto de cambiar, no sólo en el plano tecnológico o de apertura al exterior (que sería forzada unos años más tarde), sino también en el plano social. En la película de Kurosawa y en general ese tipo de producciones se retrata a una sociedad regida por una casta guerrera sometida a un rígido código de honor, el Bushido, y siempre son los protagonistas los que lo siguen, siendo los antagonistas quienes se han separado de él; en 13 Assassins es justo al revés, quien sigue el Bushido a pies juntillas son los antagonistas. Hanbei el guardaespaldas de Naritsugu es perfectamente consciente de su maldad y de lo perjudicial que resulta su existencia para todo el mundo, pero siguiendo el código de honor, su deber es defenderlo a toda costa. Y Shinzaemon, el protagonista, es quien conscientemente rompe el código, tanto por lo que hace como por la forma de hacerlo, proponiendo un combate donde todo vale para conseguir el objetivo final; en definitiva una guerra. Miike también usa el personaje del montañés como contrapunto cómico (el único, es una película muy seria) y como crítica directa al sistema feudal y a la clase samurai que ayuda a mantenerlo en pie.

13 Assassins está rodada con una mucha atención a los detalles históricos de ambientación y vestuario. Los exteriores y el combate final se rodaron en un set al aire libre en el norte de Japón, donde se reconstruyó al detalle la aldea donde tiene lugar. La fotografía es excelente, usando colores más bien fríos, de acuerdo con la ambientación de final de era de la película. También resultan excelentes las interpretaciones de los actores, destacando en especial Koji Yakusho, uno de los mejores actores de Japón, que dota de tremenda humanidad y carisma a su personaje. El enfrentamiento actoral entre Yakusho y Masachika Ichimura, que dan vida a personajes no muy distintos, enfrentados por la situación, es de lo mejor de la película.

Aunque para mi gusto lo mejor sin duda son los últimos 40 minutos en los que la película nos regala un enfrentamiento trepidante, perfectamente coreografiado, entre los trece asesinos y un pequeño ejército. Los combates son bastante realistas, muy sangrientos, rodados con una gran variedad de movimientos de cámara y mostrados a través de un montaje frenético que prácticamente no deja respiro y pone al espectador al borde de la butaca. Miike muestra un equilibrio excelente entre espectáculo y realismo, mezclando los elegantes movimientos coreográficos de los espadachines con buenas dosis de sangre y caballos agonizando en el barro.

Sin duda 13 Assassins es la película mejor acabada y más clásica de la filmografía de Takeshi Miike. Me pareció una película excelente, aunque disfruté más con otros títulos donde Miike pone más de su propio estilo y personalidad. Aún y así creo que es un título imprescindible para los amantes de las películas de samurais, una revisitación inteligente de los títulos clásicos del género.

(c) 2010 Jordi Flotats