SHUTTER ISLAND

Una muy buena película de Martin Scorsese sobre la novela de Dennis Lehane

Shutter Island es la última película de Martin Scorsese, uno de los grandes referentes del cine mundial, con una trayectoria que incluye una buena cantidad de clásicos del cine como Toro Salvaje (1980), Taxi Driver (1976), Uno de los nuestros (1990) o Casino (1995). En mi opinión, durante la última década su trayectoria se ha vuelto algo más irregular, con películas que, conteniendo muchos elementos positivos y valiosos, no acaban de resultar redondas del todo, como Gangs of New York (2002) o El aviador (2004), que tratan temas interesantísimos pero demasiado amplios como para constreñirlos en una película; o un remake tan innecesario como Infiltrados (2006), inferior a la película original. Con el cambio de siglo Scorsese ha cambiado su actor fetiche hasta ese momento, Robert de Niro, por Leonardo DiCaprio, protagonista de todos sus filmes desde 2002, y según mi parecer ha perdido con la sustitución. De Niro es un actor mucho más apropiado para el tipo de personajes protagonistas que suele retratar Scorsese: llenos de fuerza, con un fondo de agresividad latente y con mucho carisma. DiCaprio no es un mal actor, pero creo que le falta agresividad y violencia latente para papeles como los de Gangs of New York o Infiltrados y carisma para papeles como el de El Aviador.

Para su último trabajo, Scorsese ha adaptado una novela del escritor estadounidense Dennis Lehane, cuyas novelas Mystic River y Gone baby gone ya han sido llevadas al cine por Clint Eastwood y Ben Affleck respectivamente. En el caso de Shutter Island, antes de llegar a Scorsese la adaptación pasó por manos tan diversas como las de Wolfgang Petersen o David Fincher, que sin duda hubieran dado lugar a películas muy distintas de la que ha acabado siendo.

La película tiene lugar en 1954 y arranca con un U.S. Marschal, Teddy Daniels (Leonardo DiCaprio) que se reúne por primera vez con su compañero Chuck Aule (Mark Ruffalo) para ir a Ashecliff, un hospital mental para criminales situado en Shutter Island, una islita rocosa a las afueras de la bahía de Boston. Allí deben investigar la desaparición de Rachel Solando, una mujer que fue recluída allí después que asesinara a sus tres hijos. En Shutter Island conocerán al Dr. John Cawley (Ben Kingsley), el psiquiatra en jefe de la institución, que les cuenta una historia de la desaparición difícil de creer; además los agentes se quedarán varados en la isla debido a la proximidad de un huracán. A medida que va pasando tiempo, se hace evidente que alguna cosa extraña pasa en la institución y que el agente Daniels tiene sus propios motivos para estar allí.

Shutter Island es una cinta atmosférica, con una trama compleja que a través de una cobertura de cine negro, con policías duros de réplica rápida y casos inverosímiles, juega con la realidad y la verdad de lo que está viviendo su protagonista y que propone un enigma al espectador sobre lo que realmente está ocurriendo. Pero a diferencia de muchas producciones, la fiel adaptación de la novela de Lehane ha posibilitado que esta película vaya ofreciendo pistas que al final encajan perfectamente sin dejar fisuras en un cierre completamente redondo. Sin duda, el guión perfectamente adaptado es una de las mayores bazas con las que cuenta este film, que con sus 138 minutos y con muy buen criterio no ha querido renunciar a ninguno de las facetas de la novela original, retratando perfectamente el contexto de la Guerra Fría y la era McCarthy y la situación de la psiquiatría, debatiéndose aún entre los tratamientos de principio de siglo y los tratamientos farmacológicos.

Martin Scorsese demuestra en Shutter Island que es capaz como nadie de crear atmósferas ominosas y cargadas de violencia. Mediante una fotografía llena de contrastes violentos entre oscuridad y luz y muchos planos que retratan el mar que rodea y aísla a la institución psiquiátrica, Scorsese nos narra la historia a través de los ojos de su protagonista, un policía que empieza siendo un hombre de una pieza y que va revelando sus propias flaquezas a medida que avanza la trama: sus recuerdos de la liberación de campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, la pérdida de su esposa o su desconfianza en las instituciones gubernamentales. A través de los ojos de Teddy Daniels la película acaba cuestionando la naturaleza de la realidad y de la salud mental.

Scorsese opta con mucho acierto por una dirección llena de ritmo, que usa el lenguaje propio del cine negro y una cámara que se centra en los actores usando muchos primeros planos. Los actores están en general muy bien. Leonardo DiCaprio, protagonista absoluto, realiza un gran esfuerzo por dar vida a un personaje torturado, lleno de agresividad reprimida, pero también observador y perspicaz; su interpretación es correcta, aunque para mi gusto no transmite la suficiente violencia para resultar del todo satisfactoria. Ben Kinsley, que da vida al director del psiquiátrico, está superlativo, realizando una interpretación muy contenida que transmite perfectamente la tremenda ambigüedad de su personaje. Mark Ruffalo que interpreta con convicción al compañero del agente Daniels y Max Von Sydow, un psiquiatra alemán amigo de las técnicas quirúrgicas, cumplen a la perfección con sus roles secundarios.

La banda sonora, compuesta por una selección de música orquestal contemporánea, me pareció lo peor del film puesto que intenta subrayar la sensación de extrañeza e incomodidad de algunas escenas con su disonancia; algo que encontré innecesario, puesto que las imágenes ya cumplían con el objetivo y la música más bien distraía de la película reclamando demasiada atención a sí misma.

En conjunto Shutter Island me ha parecido una película notable, probablemente la mejor de Scorsese en esta década, aunque aún lejos de sus obras maestras; su combinación de cine negro y su compleja trama la convierten en un gran entretenimiento, sus muy bien definidos personajes y temas de fondo le dan un extra de profundidad y su buena factura formal y buenas interpretaciones le acaban de dar lo necesario para disfrutar un buen rato de buen cine.

(c) 2010 Jordi Flotats