CELDA 211

Un brillante thriller carcelario

El tema carcelario ha dado multitud de grandes películas al cine; las prisiones son un entorno fascinante para el espectador, en su mayoría nunca ha estado en una, pero se siente fascinado por sus personajes marginales, las sociedades en miniatura que contienen, oscuros pero verídicos reflejos de la sociedad mayor. En las cárceles el cine nos ha mostrado todo tipo de personajes: inocentes injustamente sentenciados, gente presa sólo por sus creencias y también bestias apartadas con toda justicia de la gente. En muchas ocasiones los carceleros son pintados de forma negativa, gente contagiada de la bestialidad de su lugar de trabajo, perfecto motivo para querer fugarse. No es extraño que las fugas suelan ser el leimotiv de la mayoría de este tipo de películas, ya que las prisiones (seguramente con toda justicia) suelen ser mostradas como el lugar donde la sociedad envía a los delincuentes sin recursos económicos para poder olvidarlos cómodamente.

Celda 211 es la última aportación estrenada del género. Daniel Monzón, su director, debutó con la nefasta El corazón del guerrero, pero ya en su penúltimo trabajo, La caja Kovac, un tenso y muy bien resuelto thriller, había demostrado que era capaz de dirigir un tipo de cine muy poco cultivado en nuestro país. Él mismo y Jorge Guerricaechevarría, uno de los mejores guionistas en activo del cine español, han adaptado la novela homónima de Francisco Pérez Gandul para construir una de las mejores películas españolas de 2009.

La acción empieza cuando Juan (Alberto Ammann), casado y a punto de tener su primer hijo, se presenta a su nuevo puesto de funcionario de prisiones un día antes de su incorporación oficial para que le enseñen su lugar de trabajo. Durante la visita sufre un accidente un momento antes que se produzca un motín en el sector de los FIES (los presos más peligrosos); sus compañeros, temiendo quedar atrapados, lo abandonan en la celda 211, vacía por el suicidio de su anterior ocupante. A partir de ese momento Juan deberá usar todo su ingenio para sobrevivir al motín.

Celda 211 tiene un principio impactante, de los que casi obligan a apartar la mirada de la pantalla, avisando que lo que viene a continuación es material no adulterado. Después de ese inicio, las escenas introductorias al motín hacen temer lo peor: los diálogos acartonados y las interpretaciones dubitativas que por desgracia son tan comunes en el cine español. Pero cuando los presos toman el protagonismo la película despega, atrapando por completo al espectador. A pesar de lo que indica la sinopsis, el protagonista de la película no es Juan; es el líder de los presos amotinados, Malamadre (Luis Tosar), quien atrapa por completo la atención del público desde el momento que aparece en pantalla.

Luis Tosar, un actor que hasta ahora tenía en su haber papeles de gente introvertida, personajes retraídos en sí mismos, compone a un personaje fantástico, de los que perduran en la retina y en la memoria. Malamadre es un personaje de voz cazallera, un canalla siniestro y violento que puede matar sin pensarlo dos veces, que nunca saldrá de la cárcel y él lo sabe. Pero también es un guerrero, con sus códigos y su palabra, que se sabe perdedor y marginado pero que intenta no perder su orgullo en un lugar que no favorece la individualidad. Gracias a la genial interpretación de Tosar y a un guión que le regala sus mejores joyas, Malamadre asusta y cabrea, pero también hace reir e incluso llega a provocar la compasión del espectador.

Daniel Monzón realiza una dirección vigorosa, imponiendo un ritmo alto a una trama que no decae, que se va sacando conejos de la chistera hasta su creible y fantástico final. La intención de Monzón y de su equipo fue dotar del máximo realismo a las escenas de la vida carcelaria. Para ello se documentaron mucho sobre la vida carcelaria en España; buena parte de las escenas se rodaron con cámaras al hombro para favorecer la sensación de cercanía; el rodaje se realizó en un cárcel abandonada y además los extras de la película se reclutaron entre ex-reclusos y presos en libertad condicional. Y la verdad es que lo han logrado, las escenas del motín en las que salen los presos son sobresalientes por su tensión y sensación de realismo. El cásting de los presos es impecable; aparte del gran acierto con Luis Tosar destacan Vicente Romero en su papel de Tachuela, lugarteniente de Malamadre, Carlos Bardem en su papel de Apache, tortuoso líder de la facción sudamericana de los presos y Luis Zahera en su papel de Releches, con una composición tan buena que hace dudar de si realmente es un actor o un preso que se interpreta a sí mismo.

La trama que trascurre en el exterior del motín es más irregular, menos creíble y con mucho peores interpretaciones. Los guardianes no fueron seleccionados con tanta fortuna como los presos y la trama es más floja. Marta Etura, la esposa embarazada de Juan, Manuel Morón, el negociador, Manolo Solo, el director de la cárcel o Fernando Soto, el guardián bueno pero cobarde, tienen papeles con menos calado, pero sus interpretaciones planas y nada convincentes no ayudan mucho. Entre unos y otros, entre los presos y los guardianes, están las interpretaciones de Antonio Ammann y Antonio Resines; ambos realizan un trabajo correcto, poniendo convicción y fuerza a sus papeles, pero sin llegar a la excelencia.

Sin duda Celda 211 es uno de los mejores thrillers estrenados este año, una cinta notable, que tiene el mérito de entretener y enganchar compulsivamente con una adictiva historia de perdedores y una trama que muestra sin tapujos como funciona el mundo, creando un personaje de los que se recuerda durante mucho tiempo. No puedo dejar de recomendarla a todo el mundo, especialmente a quien tenga reparos (no entraré a valorar si justificados) sobre la calidad del cine español.

(c) 2009 Jordi Flotats