Sitges 2020: Crónica del Martes 13

Crónica del sexto día del Festival. Películas vistas: Sputnik, The Silencing y The Book of Vision

Portada del diario del Festival del lunes 12 y el martes 13 de Octubre Hoy ha sido el primer día laborable después del puente del 12 de Octubre y la actividad de público ha bajado respecto a los días anteriores, así como las actividades del Festival, algo completamente normal en un año tan complicado como el que estamos viviendo.

Por mi parte empiezo el día en el Auditori viendo la película rusa Sputnik, el primer trabajo del director Egor Abramenko. La película toma prestado mucho de Alien -como tantas otras- pero intenta darle un enfoque diferente. La historia empieza en 1983, cuando dos cosmonautas se disponen a volver a la Tierra después de realizar una misión en órbita. Algo se pega a su cápsula, y cuando aterrizan uno está muerto y el otro ha sobrevivido. Pero pronto las autoridades se dan cuenta que ha vuelto acompañado; en su interior se aloja una criatura alienígena que durante el día permanece latente y por las noches duerme a su huésped y sale por su boca. Ingresan al cosmonauta en una instalación secreta en Kazakhstan para investigarlo. Allí está al mando un coronel terriblemente pragmático y ambicioso, que ante la falta de progreso, recluta a una psiquiatra para que evalue el caso. El objetivo es separar al cosmonauta del alien manteniendo a ambos con vida. Cuando habla con el cosmonauta y observa a la criatura, la doctora duda de si se trata de un parásito o de un simbionte, porque la salud de ambos parece excelente. Pero a medida que investiga descubre un hecho que lo cambia todo y que acaba rompiendo la investigación en mil pedazos.

Sputnik es una película con una realización muy correcta; el diseño de producción me gustó mucho, recrea la estética soviética en el vestuario y en la base donde transcurre la mayor parte de la historia. La fotografía y la dirección también están a un buen nivel y los actores me gustaron. La historia en sí ya me gustó menos. El planteamiento de la historia está muy bien; al menos no es la típica historia del parásito alien que hay que eliminar a toda costa, plantea un misterio interesante. Pero hay un punto sobre la mitad de la película en que se rompe ese planteamiento y entonces cae en lo típico; con buenos, malos, persecuciones, algo de violencia y un final completamente trillado. Por este motivo la película, aunque me pareció entretenida, me decepcionó bastante, porque su planteamiento prometía más.

Un poco más tarde continuo en el Auditori para ver The Silencing, la segunda película del director belga Robin Pront y la primera que ha rodado en inglés. La película mezcla drama y thriller de psicópatas. Transcurre en una zona rural empobrecida al norte de Estados Unidos o en Canadá. El protagonista es Rayburn Swanson (Nikolaj Coster-Waldau), un antiguo cazador que ahora mantiene una reserva natural. Hace cinco años que desapareció su hija adolescente pero aún mantiene la esperanza de que esté viva y reparte carteles con su foto por la zona. Su matrimonio no aguantó la pérdida y ahora vive solo en el parque, medio alcoholizado. Su esposa en cambio ha rehecho su vida y está embarazada de su nueva pareja, el jefe de la policía tribal. Cuando aparece en el río el cadáver de una joven adolescente, aparentemente víctima de una cacería humana, la nueva sheriff empieza a investigar el caso (Annabelle Wallis). Es originaria de la zona pero se crió fuera; ha vuelto para recuperar el contacto con su hermano (Hero Fiennes Tiffin), perdido desde la infancia. Su hermano sufrió abusos en su familia de acogida y ahora es un drogadicto que frecuenta lo peor de la zona. Un día Rayburn descubre a otra joven huyendo por la reserva mientras una figura misteriosa le da caza. Rayburn logra salvarla, pero es herido y el asesino escapa. Cuando la sheriff se entera, sospecha que el cazador puede ser su hermano, lo que provocará una cascada de acontecimientos incontrolable.

The Silencing es una película bien realizada y bien interpretada, con el gancho comercial que supone la presencia de Nikolaj Coster-Waldau y unos paisajes naturales preciosos. Pero con un argumento muy trillado y unos personajes estereotipados que nunca se acaban de sentir reales. Además el balance que hace de la mezcla entre drama y thriller con cacería humana no beneficia a ninguna de las dos partes, el drama es flojo, y como es flojo, la acción parece demasiado escasa. Si se hubiera decidido por apostar más por el thriller la película habría sido mejor. Con todo, sus buenos valores de producción hacen que sea mínimamente entretenida si no se le presta demasiada atención. De domingo por la tarde en la tele.

Termino mi día en el mismo Auditori para ver The Book of Vision, de Carlo Hintermann. Pero antes se proyecta el corto español El ruido solar, de Pablo Hernando, que estuvo presente en la sala para presentarlo. El corto parte de la premisa que un evento cósmico, quizás relacionado con el Sol, hizo que un grupo de personas experimentaran destellos del futuro. El corto tiene un montaje muy dinámico y sigue algunas de estas historias. Me pareció desigual, pero me gustó la forma en la que estaba escrito.

The Book of Vision es el primer trabajo como ficción del documentalista italiano Carlo Hintermann. La película está producida por Terrence Malick y se nota la sintonía entre él y el director, porque el resultado recuerda mucho a su cine. La historia transcurre en dos épocas; la protagonista en el presente es Eva (Lotte Verbeek), una cirujana que deja atrás su carrera para estudiar historia de la medicina. Se obsesiona con Johan Anmuth, un médico prusiano del siglo XVIII (interpretado en los flashbacks por Charles Dance) que prestaba tanta atención a las creencias y los sentimientos de sus pacientes como a sus síntomas físicos, algo que le trajo problemas con el creciente racionalismo que se estaba imponiendo en la profesión médica y en la ciencia en general. Se ha descubierto un manuscrito del doctor relatando sus casos, que Eva estudia. Se identifica particularmente con una de las pacientes de Anmuth, Elizabeth (también interpretada por Lotte Verbeek) y su joven criada Maria (Isolda Dychauk), que tuvo un aborto de un hijo concebido con violencia. En el presente Eva también está embarazada y eso le está provocando complicaciones cardíacas que ponen en riesgo su vida. Si soluciona su problema cardíaco puede poner en riesgo su embarazo. Duda sobre lo que debe hacer con su cuerpo, mientras su doctor (también interpretado por Charles Dance) la presiona para que tome una decisión. Por eso acaba buscando respuestas en las vidas de Elizabeth, casada con un militar rudo e insensible y con tres hijos y de Maria, una joven un poco bruja que cree que las almas de los difuntos son absorbidas dentro de un árbol.

Dentro de una trama que salta arriba y abajo en el tiempo, Carlo Hintermann introduce una reflexión sobre la relación entre la medicina moderna y la elección personal que constituye una critica la falta de alma de la primera, que no practiva lo que el doctor Anmuth de la película: escuchar las historias personales y las creencias de sus pacientes. Personalmente este existencialismo no me termina de convencer. Aparte los personajes no terminan de sentirse reales, más bien me parecieron los vehículos para transmitir el mensaje. Pero lo que hace que la película sobresalga es su aspecto visual: The Book of Vision es preciosa. La fotografía de Jörg Widmer trata cada escena como un cuadro y la recreación del siglo XVIII, tanto en escenarios como en vestuario, es fantástica. El ritmo pausadísimo que a veces tiene la narración favorece que se recree en esas imágenes tan bellas. Las metáforas visuales también me parecieron potentísimas; el árbol cuyas raices son cuerpos humanos, mientras fetos son consumidos en la corteza y las almas peregrinan hacia allí me impresionó. Al final me dejé llevar por lo que estaba viendo y acabé pasando un buen rato.

(c) 2020 Jordi Flotats

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Subido por Jordi Flotats con fecha 30/10/2020 11:54:03